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Llegaron algo cansadas, según confesaron, tras dos días de celebraciones y felicitaciones llegadas de todo el mundo. “Las Migas”, el cuarteto formado por Carolina Fernández (voz), Marta Robles (guitarra), Alicia Grillo (guitarra), y la violinista Roser Loscos, protagonizaron anoche un concierto en la Casa de Cultura de El Campello “de los que dejan huella”, como reconocieron el alcalde Juanjo Berenguer y la concejala de Cultura Dorian Gomis.
Con un auditorio lleno hasta la bandera, se trataba de su primera actuación tras recibir nada menos que el premio Latin Grammy por su álbum “Libres” (mejor disco de música flamenca) con el que este año han recorrido buena parte de España, Europa, Asia y África. Se trata de un reconocimiento internacional que anualmente concede la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación para premiar la excelencia artística y técnica de la música grabada para producciones musicales cantadas en español, portugués o en lenguas, dialectos o expresiones idiomáticas reconocidas en Iberoamérica.
Fue una noche mágica, con guiños a El Campello y su público, y nos dedicaron una actuación espectacular porque ellas, ahora más que nunca, se saben importantes, referentes y seguras de su trabajo.
“Libres” es un canto a la libertad, de esos que te dicen que cada cual debe hacer lo que quiera para conseguir la felicidad que todos perseguimos. “Damos voz y fuerza a las mujeres”, dijeron… y vaya que lo hicieron, porque ellas tocan y cantan a las mujeres, a la vida, al mar, a la luna, a la tierra que les vio nacer, al amor, al desamor y a la vida misma.
Fueron constantes las felicitaciones del público a voz en grito por el premio que reconoce su trabajo, y ellas lo agradecieron con un concierto que puso el pie al auditorio cantando de sueños, de realidades, de esperanza… con su arte rodeado de un halo mágico que embelesa al público.
Como reza una de sus canciones, a ellas las mueve el viento, se sienten libres, y eso les llevó a embriagar al personal asistente con un aire cargado de positividad, como se demostró cuando pidieron que los espectadores interactuaran con sus palmas y también cantando.
Instrumentalistas de primera, nos llegaron a deleitar con una pieza de Isaac Albéniz a doble guitarra, y como colofón de despedida, una pieza ‘a cappella’ que dedicaron a los cientos de campelleros que insistían en pedir una más antes de abandonar el recinto. Bravas.