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viernes 22 noviembre 2021

El campus de la Universidad de Alicante, centro de estudio para evaluar el cambio climático en ecosistemas urbanos

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El campus de la Universidad de Alicante se ha convertido en centro de estudio para evaluar el cambio climático en ecosistemas urbanos. Durante las pruebas experimentales, el equipo de trabajo de la UA, liderado por el investigador Departamento de Ecología Santiago Soliveres, va a medir la respuesta a distintos tratamientos y condiciones de estudio. Por un lado, la habilidad del ecosistema para capturar y almacenar CO2 atmosférico (el principal gas de efecto invernadero); y, por otro lado, biodiversidad de plantas y organismos del suelo, su capacidad para reciclar nutrientes o degradar contaminantes como el plástico, y la resistencia de las plantas más abundantes en nuestros jardines a plagas de insectos y hongos patógenos.

Además de medir la respuesta al cambio climático, “acercaremos este tipo de experimentos al público en general, donde estudiantes y visitantes puedan ver en vivo y en directo como los ecólogos intentamos predecir el futuro de los ecosistemas de los que dependemos”, explica Soliveres. Se trata de un trabajo de investigación pionero ya que la mayoría de los estudios en vegetación y suelos se centran en ecosistemas naturales o agrícolas. “Prácticamente no hay trabajos sobre el balance de carbono o el funcionamiento como ecosistemas en zonas verdes urbanas en este contexto de cambio global”, apunta el experto de la UA.

Zonas experimentales

En total, se han seleccionado cuatro zonas experimentales en el campus de San Vicente del Raspeig: entre las Facultades de Derecho y Ciencias, detrás de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Aulario II, y frente a la Escuela Politécnica Superior. Es en estas zonas donde los expertos simulan las condiciones de cambio climático gracias a unas cámaras de techo abierto (open top chambers) que aumentan entre 2 y 4ºC la temperatura ambiental, en consonancia con las predicciones de las próximas décadas en España.

A este tratamiento de calentamiento global, los ecólogos de la UA han incluido otra variante: cortar el césped con la frecuencia habitual vs cortarlo una sola vez al año. “La medición nos permitirá saber si podemos manejar los ecosistemas urbanos para aumentar su resiliencia a los cambios esperados en el clima”, detalla Soliveres. “Este tratamiento viene inspirado, en parte, por algunas respuestas muy positivas que se detectaron en zonas ajardinadas de toda España durante el confinamiento de marzo-abril, donde se redujo de forma sustancial la intensidad con la que se cortaba el césped, y encontrando respuestas muy positivas por parte de la fauna y flora de estos ambientes”, añade.

Pero este experimento pretende llegar mucho más allá y, en colaboración con el responsable del paisajismo de la Universidad de Alicante José Luís Romeu, se realizará otro tratamiento con especies con conocidos efectos positivos sobre los polinizadores y otros insectos beneficiosos. Según el ecólogo de la UA, “esto debería ayudar, en conjunto con la reducción de la frecuencia de cortar el césped, a un aumento de la biodiversidad en las zonas ajardinadas del campus”.

Las pruebas realizadas en el campus de la UA, que cuentan con el apoyo de Vicerrectorado de Transferencia, Innovación y Divulgación Científica durarán cinco años, aunque Santiago Soliveres espera extenderlo todo el tiempo que pueda. “El interés de estos experimentos y la importancia de los resultados crece con cada año que pasa”, señala.

Proyecto coordinado

El experimento forma parte del proyecto URBANFUN liderado por el investigador de la Universidad Pablo de Olavide Manuel Delgado, y financiado por la Fundación BBVA. Se está realizando de forma coordinada en seis campus de España y Portugal, en las universidades Pablo de Olavide, Sevilla, Autónoma de Madrid, Cádiz, Albacete, Coimbra, Alicante, y pronto se expandirá a otros campus por el norte de España. “Un experimento coordinado y estandarizado como este, en diversos campus por toda la península, nos permitirá saber si la sensibilidad de estos ecosistemas urbanos al cambio climático viene determinada por el clima de cada sitio, o la biodiversidad que caracteriza a cada zona ajardinada”, finaliza Santiago Soliveres.

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