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jueves 18 abril 2021

El proyecto Almagreen estudiará cómo almacenar hidrógeno verde y combustibles renovables producidos a partir residuos

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La tecnología de Greene se aplica a la valorización de residuos y resuelve uno de los obstáculos de la producción de energías renovables: el almacenamiento de energía 

30 de abril de 2021.- La empresa Greene Waste to Energy está trabajando ya como coordinadora científica y tecnológica de un proyecto para la producción y almacenamiento de energía renovable a partir de residuos. El objetivo de Almagreen, así se denomina el proyecto, es estudiar la valorización de residuos de diferente naturaleza para convertirlos en hidrógeno verde, biometano y combustibles líquidos renovables, pero sobre todo se centrará en estudiar cómo almacenar estos productos para su posterior uso en el sector transporte y químico.

La agrupación que conforma Almagreen está integrada por seis socios complementarios y tres centros de investigación. Por un lado, Greene aplica su tecnología de pirolisis-gasificación en la valorización de residuos y estudia la implantación de distintos procesos de almacenamiento de los vectores energéticos obtenidos. Por otro lado, la gestora de residuos ACTECO optimiza la clasificación y recogida de residuos para valorizar y evitar su depósito en vertedero. Los socios Energy GGT, ICUBE, Kerionics, y BCS, son los encargados de dar soporte técnico en distintos procesos, como es el caso de la tecnología de separación de gases mediante membranas y el desarrollo de electrolizadores de alta temperatura.

El proyecto Almagreen, uno de los 22 aprobados en 2020 para contar con el apoyo económico del CDTI (Programa Misiones) y de los Fondos FEDER de la Unión Europea,  persigue establecer las bases tecnológicas de un sistema flexible de producción y almacenamiento de energía renovable, en función de la demanda y la disponibilidad de material de entrada (residuos). Para ello, se usarán desechos de diferente naturaleza y origen (industriales y fracción rechazo de RSU, principalmente), a los que se aplicarán tecnologías termoquímicas y biológicas para su transformación. Como tecnologías de proceso se combinan pirólisis, gasificación, electrólisis de alto rendimiento, así como la fermentación del gas de síntesis obtenido con la tecnología de Greene mediante microorganismos. Los productos finales producidos serán metano renovable (también llamado biogás o biometano), obtenido por fermentación de syngas; hidrógeno verde, y combustibles líquidos renovables, logrados por hidrotratamiento de aceites pirolíticos.

El proyecto tiene un elevado carácter innovador, ya que desarrolla lo que se conoce como “Power to X”, una novedosa propuesta que permite resolver uno de los más importantes obstáculos en la producción de energías renovables: el almacenamiento de la energía que no se puede usar en el momento de la producción. En este tipo de tecnologías “power” significa energía y la “X” hace referencia al subproducto en la que se convierte, así “power to hydrogen” y “power to liquid” serían, respectivamente, tecnologías que posibilitan convertir la energía verde obtenida a través de un proceso tecnológico en hidrógeno o combustible líquido, para almacenar y utilizar a posteriori.

Como explica el director de Desarrollo de Negocio de Greene, Juan Manuel Martínez, “este proyecto aborda el reto de impulsar fuentes de energías seguras, eficientes y limpias para lograr la descarbonización de la economía (Objetivos de Desarrollo Sostenible 7, 9, 12 y 13), pero, sobre todo, se basa en una búsqueda de la flexibilidad que permita almacenar esta energía para su posterior uso”. Martínez añade que “los resultados de Almagreen pretenden servir de base científico-tecnológica para posteriores etapas en las que se pueda aplicar la tecnología a mayor escala, a través de otros programas de I+D nacionales o a través del programa marco de la UE, donde colaboren compañías gestoras de residuos, así como empresas del sector energético y químico, potencialmente interesadas como usuarias finales de los productos renovables generados”. En definitiva, el objetivo final es lograr el aprovechamiento de los gases producidos a partir de residuos, un propósito clave en el paradigma de la economía circular que permitirá reducir las emisiones de CO2 y cumplir con los preceptos que marca la Agenda 2030.

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